El instructor de Yoga Inbound debe cultivar las cualidades de un brahmana. Debe ser sereno, capaz de controlarse en todo tipo de situaciones, no importa qué tan adversas le sean éstas. Requiere ser austero, es decir, rigurosamente ajustado a las normas de la moral, a la vez que sobrio, evitando todo tipo de alarde. De su corazón debe emanar pureza, de manera que le sea natural generar empatía con los practicantes bajo su cargo y exista armonía en el ambiente de su clase.
Ha de ser tolerante, respetando las ideas, creencias y prácticas de los demás, y promoviendo esa misma actitud entre sus estudiantes. Se debe caracterizar por su honestidad, situando la verdad por sobre todas las cosas, siendo justo en sus juicios y actuando con rectitud e integridad. Cultiva el conocimiento, pues sabe que a través del estudio de la filosofía que trata acerca de la Verdad se adquiere la inteligencia que le permite convertirse en un guía cualificado y alcanzar paulatinamente la sabiduría, un estado de conocimiento profundo a través del cual se desarrolla una conducta prudente en la vida y se sirve como sanador, confidente y consejero a los demás. Por último, es religioso, en el sentido de que está unido a la Divinidad en cualquiera de Sus manifestaciones, es decir, procura una vida espiritual, porque sabe que el fin último del yoga es re-ligar, restaurar su lazo inherente de amor puro hacia Dios y ayudar a otros, a su vez, a restablecerlo.
Es común ver en la actualidad cómo el yoga se ha convertido en una mera práctica de ejercicios físicos y ha perdido sus otras dimensiones, que son las que lo hacen una práctica holística al integrar cuerpo, mente y espíritu. Sin los elementos éticos, filosóficos y espirituales, los beneficios del yoga que podrá ofrecer un instructor siempre serán incompletos.
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